viernes, 22 de febrero de 2019

La recompensa de la bondad (2)

                                                  La historia de Rebeca nos enseña una gran verdad acerca de la vida: Cuando la oportunidad llama a tu puerta, debes de estar listo para abrirla. Rebeca no pensó en todo el trabajo que le supondría dar de beber a diez camellos sedientos. No dijo: 'Yo no hago este tipo de trabajo, no entra dentro de mis obligaciones' sino que se regía por el principio de "Todo lo que te venga a mano para hacer, hazlo según tus fuerzas...".  No demostró una ética laboral de ser generosa en el momento que apareció Eliazer; era algo que practicaba a diario. Y eso tuvo su recompensa, porque la fidelidad siempre es recompensada. Dios contempla tu actitud y tu comportamiento en las cosas pequeñas. Las grandes oportunidades no les llegan a los que las esperan; les llegan a los que han sido fieles en las cosas pequeñas, en la rutina de cada día y en el servicio diario en actividades poco atractivas.
                                                      Rebeca no recitó la Torá ni le preguntó a Eliezer de qué denominación venía. En lugar de ser terriblemente espiritual, decidió ser amable y bondadosa. Y su gesto hizo que él se fijara en ella, se ganara su respeto y acabara siendo parte de la familia de Abraham. ¿Qué puede haber mejor que eso?  Y fíjate en algo más: Cuando Rebeca llevó a Eliezer a que conociera a su familia, ésta pidió que la joven se quedara otros diez días antes de ir a conocer a Isaac. Tal espera era parte de las costumbres judías. Sin embargo Rebeca dijo: "...Si iré" Cuando Dios abre una puerta, no te demores.No digas: "Hay otros más capacitados que yo' Si Dios te ha llamado eres la persona adecuada. Así que deja tus temores a un lado y vete en la dirección que Él te indique. 

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