Cierto día Jesús les dijo a los apóstoles: "Pasemos al otro lado...Pero se levantó una gran tempestad de viento que echaba las olas en la barca, de tal manera que ya se anegaba". El diablo no quiere que salgas airoso de la tormenta y llegues al otro lado. No le importa que vayas a la iglesia, cantes en el coro o sirvas en el comité directivo; lo que no quiere es que cumplas el destino que Dios te ha marcado. Pero lo que te espera en el otro lado bien vale todas las pruebas del momento. Te enfrentas a un enemigo implacable que sabe que Dios tiene un plan para tu vida. Pero nunca podrá hundir al hombre o a la mujer que lleva Jesús a bordo, que ora y que permanece en comunión con Él. Por lo tanto proponte hoy mismo mantenerte firme en la fortaleza de Dios, sin importar lo que estés pasando o lo duro que hayas sido golpeado.
El progreso espiritual no es nada fácil. Escribe Pablo: "Cuando yo era niño...pensaba como niño...pero cuando ya fui hombre, dejé lo que era de niño". Ya es hora de dejar de pensar como niño y madurar. Si no laces, no disfrutarás de lo que Dios te ha reservado. ¿Qué cosas necesitan ser revaluadas hoy? ¿Tu agenda para dar cabida a Dios? ¿Tus amigos que te están llevando en la dirección equivocada? ¿Tus malos hábitos, porque te están agotando y derrotando? ¿Tus palabras, porque estás hablando duda en lugar de fe? Vuélvete a Dios: Él te hará pasar por la tempestad y te llevará a la otra orilla.
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