domingo, 1 de noviembre de 2020

Relacionarse con las personas mayores

                                                   Pronto habrá millones de personas en el mundo que alcancen la edad de 100 años, y necesitamos saber como relacionarnos con ellas. Es un error valorar a los mayores en base a lo que fueron en lugar de lo que puedan ser. A menudo éstos se sienten arrinconados. David oraba: "No me desechas en el tiempo de la vejez; cuando  mi fuerza se acabe, no me desampares". Es absurdo pensar que ya no pueden aprender más; lo cierto es que la capacidad de aprender no se desgasta. Tal vez disminuya la rapidez con que se aprende, pero la capacidad es una constante. Animemos a los de la tercera edad a que ejerciten sus mentes y sigan soñando. Como ocurre con un músculo que se atrofia, la capacidad de aprender y desarrollarse sólo se debilita cuando no se usa.

                                                     ¿Te gustaría que te "archivarán" cuando fueras viejo? Seguro que no, pues tampoco los mayores de hoy quieren eso. En lugar de eso, hablemos de cómo aprovechar los años después del retiro: buscar nuevas maneras de ser útil; ajustarse a ingresos menores; aprender a vivir solo; relacionarse bien con los nietos; extender el proceso de envejecimiento; mantener alta la moral; cuidar de la apriencia externa y prepararse para la muerte. En lugar de dejar de lado a estas sabias personas o hacer de menos su contribución, deberíamos de ayudarles a que hicieran sus propias demandas en la iglesia. Es una vergüenza que nuestra cultura le dé más cabida a los adolescentes, que tienen mucho menos conocimiento de lo que debería hacer la congregación, que a personas a quienes el Espíritu Santo ha moldeado durante décadas.  

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