miércoles, 25 de agosto de 2021

Compadecerte de los demás (2)

             Escribe un autor cristiano: "No somos iguales, ni actuamos, ni nos vestimos igual. Tenemos gustos diferentes en comida, libros, automóviles y música. Trabajamos en trabajos variados, nos gustan diversos pasatiempos...pero hay una cosa en común; todos conocemos el sufrimiento. Sufrir es algo universal. Las lágrimas son iguales para judíos, musulmanes, cristianos, blancos,negros, mulatos, niños, adultos y ancianos. Cuando la vida nos lástima y los sueños se desvanecen, expresamos la angustia en diversas formas, pero todos conocemos el aguijón del dolor, la pena, la enfermedad, las calamidades, les pruebas y el sufrimiento. Un predicador de antaño dijo a un grupo de jóvenes que se preparaba para ser ministros del evangelio: "Si predicáis a los que sufren, nunca os faltarán feligreses." En cada banco de la iglesia hay un corazón quebrantado. El sufrimiento es el denominador común que nos une a todos".

               Cuando Pedro escribió su primera carta a los creyentes que estaban dispersos por toda Asia, se centró en algo que todos tenían en común: el sufrimiento. Los primeros cristianos fueron presos de las mismas llamas de persecución que se llevaría la vida del propio apóstol pocos años más tarde. Sus circunstancias eran realmente deprimentes. Y sin embargo Pedro no intentó darles falsas esperanza ni animarlos con pensamiento positivo. En su lugar, estiró su mano hacia las barbillas de los creyentes y les levantó la cara hacia arriba para que vieran mas allá de las circunstancias presentes y se centraran en su llamado celestial. Algunas personas saben de modo instintivo que decir para animar a otros; a éstas tenemos que buscar cuando pasamos por dificultades. Jetro animó a Moisés; Epafrodito ministró a Pablo. Pide a Dios que haga de tí ese amigo cuya presenciua traiga aliento y consuelo.

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