martes, 17 de agosto de 2021

Compromiso total

                     Imagina como te honraria si un presidente o primer ministro decidiera visitarte y pasar la noche en tu casa. Seguro que no dejarías los platos sucios en la pila, ni ropa tirada por el suelo, ni la bañera sucia. ¡Tendrías la casa impecable! Y no le permitirías dormir en el garage, ni en la habitación pequeña, ni en el desván; te saldrías de la mejor habitación para dejársela al dignatario. Te dispondrías a honrarlo lo mejor posible para corresponder con la deferencia que él demostró hacia tí al visitarte. Leamos esto: "Has declarado solemnemente que el Señor es tu Dios, que andarás en sus caminos, que guardarás sus estatutos, sus mandamientos y sus decretos, y que escucharás su voz. Y el Señor ha declarado hoy que tú eres pueblo suyo, de sus exclusiva posesión, como te lo ha ptometido, para que guardes todos sus mandamientos, a fin de exaltarte sobre todas las naciones que hizo, para loor, fama y gloria..."

                      Analicemos algo más. Cuando los sacerdotes del Antiguo Testamento entrraban en el ministerio, participaban en un rito llamado "consagración". Desde ese momento pertenecían a Dios en exclusiva y se comprometían a obedecerle en todo. Tal vez te preguntes: '¿Y qué tiene eso que ver conmigo?' Pues mucho, si quieres que Dios te use, te promueva y te honre, no puedes ponerlo a Él en compartimentos estancos ni marginarlo. Tienes que comprometerte a cumplir su voluntad. Y eso abarca tu tiempo, tus talentos, tus tesoros, tu cuerpo, alma y espíritu, es decir, todo. Dios demanda "un compromiso total".        

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