Cuando Dios te perdona pero tú te niegas a perdonarte a ti mismo, estás desdeñando Su gracia y resignándote a estar abatido. Dicho comportamiento tiene varias consecuencias:
1) Repercutirá en la vida de tus seres amados. Tu decisión no te concierne a ti solo, sino que cuando te regodeas en el remordimiento, tiendes a hacerte más crítico e introvertido, y también menos abierto y afectivo. Por consiguiente, tu conyuge, tus hijos, tus padres, tus colegas, tus amigos, y hasta tus mascotas sufren las consecuencias.
2) Repercutirá en tu salud. El estado de la mente repercute en el cuerpo. Aseguran los médicos que la amargura genera unos químicos, y que estos afectan a los órganos vitales, incrementan el ritmo cardíaco, elevan la tensión arterial, alteran la digestión, tensionan los músculos, despiden colesterol a la sangre y reducen la capacidad de razonar con claridad. Cada vez que vuelves a rememorar el pasado, los sentimientos negativos desprenden esos químicos corrosivos. La ciencia ha confirmado lo que Dios dijo; es decir, que los que no se perdonan a sí mismos y a los demás están mas propensos a infartos, depresión, hipertensión y otras enfermedades serias.
3) Repercutirá en tu futuro. Dice la Biblia: "Él volverá a tener misericordia de nosotros, sepultará nuestras iniquidades y echará a lo profundo del mar todos nuestros pecados" No desentierres lo que Dios ya ha enterrado. Mira hacia adelante si no quieres quedar anegado en tu propio lodo. La Biblia afirma: "Dios es tan rico en gracia y bondad que compró nuestra libertad con la sangree de su Hijo u perdonó nuestros pecados. Él desbordó su bondad sobre nosotros junto con toda la sabiduría y el entendimiento". Con el perdón de Dios viene la sabiduría y el entendimiento, no sólo para superar el pasado, sino para salir fortalecido gracias a sus experiencias.
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