La Biblia dice: "....el que siembra....en abundancia, en abundancia cosechará. Cada uno debe dar según lo que haya decidido en su corazón, no de mala gana ni por obligación, porque Dios ama al que da con alegría. Y Dios puede hacer que toda gracia abunde para vosotros, de manera que siempre, en toda circunstancia, tengáis todo lo necesario, y toda buena obra abunde en vosotros". Cuando des lo que Dios te pida, Él te devolverá más, y cuando lo compruebes, eso revolucionará la idea que tienes que dar. Pablo no estaba hablando aquí de gente que intenta hacerse rica, sino de personas que dan con alegría y que quieren financiar los propósitos de Dios. No sólo dice el apóstol que dar es algo seguro, sino que es el modo de obtener mayores bendiciones. Eso suena bien para los más reacios en ofrendar, porque cuando se da algo, en principio uno siente como que lo pierde. Sin embargo contribuir a la obra de Dios no es regalar algo, sino invertirlo--con ganancias garantizadas--.
Un agricultor que siembra no pierde sus semillas, sino que gana una cosecha. ¿Te imaginas al agricultor orando así?: 'Dios dame una cosecha. Confío en que hagas tu parte, pero me quedo con las semillas por si acaso' Si tú también piensas así, te doy una buena noticia para que cambies: Cuando siembras generosamente, Dios interviene en tus finanzas. ¿Puede haber una situación económica más segura?. La Biblia dice: "El generoso prosperará...." Cuando das, eso hace que Dios te devuelva mucho más, lo que te permitirá dar aún en mayor medida y volver a recibir en abundancia. Y así sucesivamente.
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