Hoy en día resulta difícil encontrar a un político que dirija una campaña electoral totalmente limpia. Pero la difamación no se limita a los políticos. Dadas las circunstancias, todos podemos sentir la tentación de denigrar a otro. Sin embargo, antes de hacerlo lee atentamente lo siguiente:"¿Quién , Señor puede habitar en Tu santuario Quién puede vivir en Tu santo monte? Solo el de conducta intachable que práctica la justicia y de corazón dice la verdad; que no calumnia con la lengua, no le hace mal a su prójimo ni le acarrea desgracias a su vecino".
¿Recuerdas la última vez que despedazaste a alguien con tus palabras? ¿ Qué motivo tenías? ¿Por qué sentiste la necesidad de menoscabarlo delante de otros? ¿ Fue una herida causada por la persona que te indujo a hacerlo? ¿Sentiste envidia por sus logros? Si es así, ¿no has aprendido a aprovechar la envidia para motivarte a alcanzar tus propias metas en lugar de llevarte a difamar a otro? Es posible admirar en apariencia a alguien pero en realidad desear algo que él/ella tiene.
La Biblia dice que Dios es quien exalta. Este pasaje debería animarte a ser alguien que forma parte de un equipo y a no ser competitivo. No hay porque apagar la luz de otros para que brille la nuestra. Dios ya ha declarado que nadie puede frustrar el propósito que tiene para tu vida: "Si lo ha determinado el Señor Todopoderoso.¿ quién podrá impedirlo? Él ha extendido su mano¿ quién podrá detenerla?. Y ya que Dios te ha garantizado un destino y te ha prometido vengarse de todo mal que te inflija, nunca más necesitarás difamar o denigrar a alguien.
No hay comentarios:
Publicar un comentario