Dios le pregunta a su pueblo ¿ Por qué te quejas de tus heridas, si tu dolor es incurable?' Pero luego, Él mismo responde: ¿Pero yo te restauraré y sanaré tus heridas ?.Existe algo aún más pérfido que la cólera, la frustración y otras cosas negativas que salen de nosotros y arruinan nuestras relaciones; la fuente interior de la que surgen. Las heridas infectadas procedentes de relaciones pasadas son peligrosas. Podrás decir : 'No sabes cuanto me hirió tal persona' La realidad es que todavía te está haciendo daño. Entonces, ¿Cómo puedes limpiar y sanar la herida? Dios llama a las cosas por su nombre y no le pone una venda a una herida infectada sino que demanda que se resuelva el problema.
Tenemos que entender que Él está dispuesto a reparar aquello que se ha roto en nuestra vida; lo único que nos pide es que lo saquemos a la luz. Solamente Jesús puede acompañarnos en ese regreso al pasado hasta llegar a nuestras heridas. Uno de los pasos más importantes para sanarse es perdonar de corazón, es decir, reconocer el dolor y el enojo y soltarlo. No va ser fácil, pero no puede haber liberación o sanidad sin perdón. La amargura te comerá vivo si no perdonas , puesto que hará estragos en las relaciones personales actuales. Dios te dará la gracia para perdonar y soltar, pero primero debes decidir ser limpio de todo resentimiento perdonando al agresor. No hay otra manera de alcanzar la paz y la liberación.
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