Cuando compras una casa con terreno, necesitas tener una idea exacta de la extensión, para saber hasta donde te pertenece. Si hay claras lineas divisorias, eso ayuda a la buena convivencia de los vecinos. Analicemos tres tipos de lineas ó barreras que nos trazamos para separarnos de los demás. Las primeras son las
barreras impenetrables. La función de estas es poner distancia entre tú y los demás con el fin de proteger tu mundo personal y egocéntrico. Sin decir palabra, tu actitud transmite el mensaje: "Prohibido el paso, propiedad privada" ¿Porqué elegimos estas barreras ? ¡ Por temor! Nos incomoda ser conocidos de verdad, controlados o lastimados; tememos sentirnos incompetentes o inferiores. Nuestra rigidez nos impide estrechar relaciones; nuestra negativa a ser vulnerables o transigentes nos pone a la defensiva y nos aisla, convirtiéndonos en personas solitarias.
Anhelamos relaciones cercanas, pero al mismo tiempo las tememos y evitamos, aludiendo: 'Si no estás cerca, no me podrás herir' Sin embargo esta actitud no da resultado. Dios nos creó como seres sociales, para que podamos compartir victorias y derrotas, no para que vivamos aislados. Los límites rígidos te impiden tener relaciones enriquecedoras. ¿Qué hacer para evitarlo? ¡Sal de ti mismo! Fuiste creado para dar a los demás y para recibir lo que ellos tienen para darte. Te sentirás realizado dando; te sentirás completo recibiendo. Sin esa dinámica,
no harás más que sobrevivir.
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