martes, 18 de diciembre de 2012

No busques la venganza

                                                                                Herir a tu enemigo te coloca debajo de él; vengarte, te iguala a él; perdonar te pone por encima de él. No os venguéis vosotros mismos...sino dejad lugar a...Dios. La venganza no es dulce, sino que deja un sabor amargo y te pone en tal estado de resentimiento que no puedes disfrutar de las bendiciones de Dios. No permitas que te suceda eso. En su lugar: 1) Decide perdonar y olvidar. La falta de perdón te obliga a caminar en el sendero del resentimiento. ¿Porqué te importa tanto saber que estás en lo cierto y que no tienes culpa mientras que los otros son los que fallaron? Si tienes razón pero estás amargado ¿de que te sirve?. Alguien dijo: "Cuando entierres a un perro rabioso, no dejes la cola afuera"Por lo tanto, perdona, entierra la ofensa y sigue adelante. 2) Trata con las raíces de tu ira. A veces el enojo viene de un trauma interior que se exterioriza. Los arrebatos de ira a menudo revelan algo más profundo. Así pues, en lugar de confrontar a la persona que te lastimó, descargas en aquellos cercanos a ti. Pídele a Dios que te revele la raíz del problema, y trata con la misma. 3) Recupera el verdadero poder. La misericordia te sana, pero la falta de perdón te convierte en eterna víctima. Y mientras te obsesionas por algo que pasó y planeas la venganza, la otra persona está disfrutando de la vida tranquilamente. En realidad, las únicas personas a quienes deberías aspirar a igualarte e imitar son esas que te han ayudado.       
    

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