lunes, 16 de septiembre de 2013

Sansón y José

                                                                    Mientras Sansón tenía todo a su favor, José tenía todo en su contra. Fíjate: El pueblo de Dios lo trató mal. Los hermanos de José se ofendieron por la visión que Dios le había dado y lo favorecido que era en su vida, así que lo vendieron como esclavo. ¿Quié te dijo que todo el mundo te apreciaría? ¡Dios no! Jesús nos avisó: "Si el mundo os odia, sabed que a mí me han odiado antes..." Sin embargo, José mantuvo un espíritu perdonador  y no solo acabó reconciliandose con su familia, sino que también los alimentó durante la época de hambruna. Estaba solo en una tierra que nadie sabía de Dios, pero cual una flor en una ciénaga de barro, se mantuvo limpio y creció su fe. Lo que fomenta tu éxito no son las circunstancias que te rodean sino lo que tienes dentro. Estuvo expuesto a la tentación. José estaba aislado lejos de su hogar y sujeto a todos los impulsos que un joven fogoso podía tener. La mujer de Potifar intentó seducirle continuamente pero él se negó. De haberla complacido es muy probable que no se hubiera sabido. Sin embargo, la razón por la que no sucumbió a la tentación fue: "...¿Cómo podría hacer yo algo tan malo, y pecar contra Dios?" Nada le importaba más a José que su relación con Dios. Su integridad tenía un precio. Debido a las falsas acusaciones de la mujer de Potifar, José fue a la cárcel por un delito que no había cometido. ¿Le falló Dios? No; en la cárcel lo esperaban los contactos necesarios para llevarlo al trono. Así que sé fiel a Dios y Él te bendecirá.

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