Alguien escribió: 'Aquel que está ocupado ayudando a alguien por debajo de él, no va tener tiempo de sentir celos de la persona que está por encima de él'. El doctor Seuss escribió cientos de cuentos infantiles. Uno de los más famosos es acerca de El Grinch, un personaje de dibujos animados que tiene tanta envidia de los demás que acaba mordiéndose. Esto es lo que hace la envidia. Se fija en otros, pero al final acaba consumiéndole. Dios bendijo al rey Saúl lo sacó de la nada y lo puso en la posición más alta de Israel. Pero cuando David mató a Goliat y se ganó el favor de la gente, Saúl empezó a sentirse inseguro y amenazado. En lugar de alegrarse de que Dios le había enviado a David para ayudarle, se volvió muy resentido y desde ese momento Saúl miro con recelo a David.
La envidia es maligna, y si no se trata puede destruir las relaciones humanas, envenena tus actitudes al hacer que te compares con otros, te roba la alegría y el contentamiento; te vuelves desagradecido y egocéntrico; te hace creer que los recursos de Dios no son suficientes para bendecir a otros a la vez que a ti. La envidia de Saúl le costó su trono, su familia, el respeto ante los ojos de su pueblo, y en última instancia la vida. No dejes que la envidia y los celos te hagan eso. Arrepiéntete antes de que te roben tu destino. Dios nos hizo a todos hijos suyos, cuando ninguno de nosotros lo merecía. Así que cuando te sientas celoso de las bendiciones de alguien, pídele a Dios que te recuerde las muchas formas en las que te ha bendecido, aún sin merecerlo.
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