jueves, 25 de septiembre de 2014

Escucha más, habla menos

                                                          Hablar en lugar de escuchar te meterá en problemas. Dos gansos se estaban preparando para emigrar a climas más cálidos, cuando una rana les preguntó si podía acompañarlos. Se preguntaron cómo podrían hacerlo.'Fácil' dijo la rana. 'Vosotros sujetáis un palo con el pico y yo lo agarro con la boca por el medio. Y así lo hicieron; la gente miraba hacia arriba y admiraba ese trabajo de equipo. El trio había conseguido volar bastante lejos hasta que alguien desde  abajo gritó: '¡Qué buena idea! ¿De quién fue? En ese momento la rana abrió la boca y gritó: '¡Míííaaa!' ¡Cada vez que abres la boca, hay consecuencias! Así que aprende a escuchar. Dijo Plutarco: "Los parlanchines no escuchan a nadie, porque siempre están hablando. Y lo primero que les sucede a los que no saben estar en silencio es que no oyen nada". Escuchar sin tener que airear tus conocimientos o dar tu opinión es una cualidad de carácter que demuestra madurez.
                                                             En una ocasión, alguien dijo: 'Me recuerdo a mí mismo todas las mañanas: Lo que yo diga en este día no me va a enseñar nada. Así que si quiero aprender tendré que escuchar". Jesús sabía bien como escuchar y por lo tanto atraía a las personas como un imán. No hay duda en que hubo tiempos en los que se sentía cansado y no quería hacerlo, pero aún así escuchó. Cuando los discípulos se peleaban entre ellos y los fariseos gruñían y causaban problemas, Jesús siempre centraba su atención en lo que era importante. Escuchaba, hablaba, y la gente lo seguía. Escuchar es normalmente mas efectivo que hablar. De hecho, hay un momento en toda conversación donde debes decir menos y oír más. En esos momentos no solamente oyes lo que otros dicen, sino también lo que está diciendo Dios.     

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