lunes, 31 de octubre de 2016

Confrontación sana

                                                     El apóstol Pedro mostró preferencia por los judíos  frente a los gentiles, y Pablo lo reconvino al respecto.. ¿Por qué? Por mantener la unidad de la iglesia. A veces no te queda más alternativa que enfrentarte a alguien. ¿Pero como? Ninguno nosotros nacimos con la capacidad innata de hacerlo; es una destreza que se aprende  con práctica y paciencia. Y el motivo por el que no somos buenos es porque la evitamos como la peste. Por consiguiente, nuestras relaciones sufren y los problemas quedan sin resolver. El primer paso en la preparación para amonestar a alguien es esclarecer los verdaderos motivos personales para sacar el asunto a la luz. La finalidad debe ser mejorar la relación, lo cual quizás implique que alguien deje de hacer algo empiece a hacer algo. En ningún momento tu objetivo debería ser reprender a alguien, desahogarte o echarle la culpa.
                                                      Es importante, por lo tanto que primero te analices a ti mismo. Sé franco y considera por qué has decidido enfrentar el problema. ¿Tienes motivos encubiertos, como resentimiento u orgullo herido, o quieres de verdad un cambio de comportamiento genuino en el otro? Tienes que preguntarte 'Cuando esta confrontación se acabe, ¿que actitudes quiere el ofensor que cambie?' En la confrontación efectiva se busca un resultado favorable para ambas partes. "El hermano ofendido es más difícil de ganar que una ciudad fortificada..." Si alguien sabe que de verdad te preocupas por él o ella y que estás buscando glorificar a Dios en la situación, te va a ser más fácil conseguir la respuesta que buscas.       

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