martes, 25 de septiembre de 2018

Cuida de tus heridas abiertas

                                                   ¿Sabías que en el Antiguo Testamento un sacerdote no podía servir en la casa de Dios si tenía alguna "costra", que es una herida no curada, o una herida abierta?´¿Por qué? Porque cuando tienes alguna herida, no das el baremo de calidad. No puedes acercarte a los demás, por si se tropiezan contigo y te quitan la venda protectora. No estás en plena forma, porque el continuo dolor absorbe  tus fuerzas. Tienes temor de hablar de tu herida por si la gente te rechaza, y por eso llevas una máscara, tienes una doble vida y llegas a ser una persona insegura y controladora. Y lo peor de todo, estás tan ocupado trabajando para Dios y preocupándote de los demás, que piensas que no tienes tiempo para parar y cuidar de ti mismo. La Biblia dice: "Médico, cúrate a ti mismo". 
                                                     ¿Significa que las personas con algún "impedimento" no pueden trabajar para Dios? Pues no, sino más bien lo contrario. Son precisamente los quebrantados los que llegan a ser expertos en curar. Pero primero tienes que tomarte tiempo para ser sanado. Jesús dijo que cuando un ciego guía a otro ciego, los dos caen en el hoyo. Es difícil hablar a otros de victoria, cuando tú mismo vives en derrota. Es duro llevar sanidad emocional a otros, cuando tú todavía luchas con asuntos no resueltos de tu pasado. Cuando todavía estás sangrando, no puedes tratar los problemas de otros con la misma fe agresiva que tendrías si tu mismo hubieras superado tu propio impedimento. ¿Es malo tener un corazón herido? No, pero es malo no ocuparse de él. Así pues, pasa tiempo con Dios y deja que Él te restaure plenamente, a fin de que pueda usarte para ministrar de forma eficaz a los demás.      

No hay comentarios:

Publicar un comentario