Una escritora cuenta de un próspero empresario que recordaba con cariño a su profesora de literatura de secundaria y decidió mandarle una carta. La respuesta de la profesora decía : "Nunca sabrás lo que ha significado para mí tu carta. Tengo 83 años y vivo sola. Todos mis familiares y amigos ya han partido. Fuí profesora durante 50 años y tu carta de agradecimiento es la primera de un alumno que he recibido en toda mi vida. A menudo me preguntaba que habría hecho mal en mi vida. Leeré y releeré tu carta hasta el día que me muera".Curiosamente, ella era la profesora más recordada en las reuniones de antiguos alumnos, pero nunca nadie se lo hizo saber.
Pablo era intransigente con la verdad, pero su lado sensible también se revela a menudo en sus cartas. Sabiendo que necesitamos ser apreciados, abría sus Epístolas con palabras como "...Sin cesar hago mención de vosotros en mis oraciones". "Por esta causa yo, habiendo oído de vuestra fe en el Señor y de vuestro amor para con todos los santos". "Doy gracias a mi Dios siempre que me acuerdo de vosotros...por vuestra comunión en el evangelio desde el primer día hasta ahora, estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra la perfeccionará hasta el día de Jesucristo". "...Nos gloriamos de vosotros en las iglesias de Dios, por vuestra presencia.
En este mundo tan acelerado y egocéntrico, es bueno que recordemos a aquellos que han influido en nosotros de forma positiva, y cuando lo hagamos, debemos orar por ellos y hallar una manera de darles las gracias.
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