martes, 11 de diciembre de 2018

La actitud.El apetito. El propósito

                                                  Sobre el tema de leer la Biblia, alguien señala tres aspectos que debemos de tener siempre en cuenta: 1) Nuestra actitud. Como un niño pequeño trata de agarrar el biberón, así nosotros tenemos que buscar nuestra Biblia. El niño necesita leche para sostenerse físicamente, y nosotros necesitamos las Escrituras para sostenernos espiritualmente. 2) Nuestro apetito. Deberíamos de tener hambre de la Palabra de Dios. Ésta tiene un sabor al que hay que acostumbrarse. Cuando alguien dice: 'No saco nada de la Biblia', dicho comentario dice más de la persona que del Libro de los Libros. El salmo 19.10 dice que las Escrituras son "más dulces que la miel" Pero nunca pensaríamos eso si las juzgáramos por la actitud de muchos de nosotros. Existen tres tipos de estudiantes bíblicos. Están los de "la medicina horrible". Para estos, la Palabra es amarga pero es buena para aquello que les aqueja. Luego están los "de cereales de fibra". Para estos la Escritura es de alimento pero muy seca, es como comer un fardo de paja. Por último están los "del helado de fresa". ¡Siempre les sabe a poco! ¿Cómo adquirieron ese gusto? Pasando tiempo "dándose banquetes" con la Palabra. Estos cultivaron lo que Pedro describe como un apetito insaciable de la verdad bíblica. ¿En que grupo te encuentras?. 3) Nuestro propósito. El propósito de leer la Biblia es "para que por ella crezcas". No puedes crecer si no la conoces, pero puedes conocerla y no crecer necesariamente. La Biblia no fué escrita para satisfacer nuestra curiosidad, sino para ayudarnos a conformarnos a la imagen de Cristo. No para hacernos más listos, sino para hacernos más como el Salvador. No para llenar nuestras cabezas de datos bíblicos, sino para transformar nuestras vidas.      

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