lunes, 10 de diciembre de 2018

Sembrar y llorar

                                                 Los amigos te pueden echar una mano y animarte en el camino, pero cultivar un sueño que Dios te ha dado para que se haga realidad siempre implica regarlo con tus propias lágrimas. Ni amistades ni las relaciones humanas pueden sustituir el precio que hay que pagar con sacrificio personal. Esas son las malas noticias.¡Pero la buena noticia es que habrá una cosecha segura! "Los que sembraron con lágrimas, con regocijo segarán. Irá andando y llorando el que lleva la preciosa semilla, pero al volver vendrá con regocijo trayendo sus gavillas". Sin embargo, debes reconocer en que estación te hallas. Porque hay: 1) Tiempo de llorar. No se trata de que este período sea una excusa para no hacer nada, o una postura de debilidad que te hace llorar porque la vida no es justa y las cosas son difíciles. Nehemías lloró ante las ruinas de Jerusalén. Pero luego buscó a Dios, ideó un plan, formó un equipo y reconstruyó la ciudad. ¿Qué es lo que te conmueve? ¿Qué cosas te apasionan? 2)Tiempo de cosechar. Todo en la vida tiene una estación y una razón . Los que entienden la razón  aprovechan al máximo la estación son como "...árbol plantado junto a corrientes de aguas, que da su fruto en su tiempo y su hoja no cae, y todo lo que hace prosperará". Fíjate en las palabras "en su tiempo" (o estación). El fruto no aparece antes de tiempo. Por eso debemos discernir las estaciones cambiantes de la vida y adaptarnos a ellas. Hasta los menús de los restaurantes nos recuerdan que algunos platos sólo ser sirven en estación. Tienes que saber cuando ha llegado el tiempo de dejar de llorar y empezar a cosechar, de lo contrario perderás  la cosecha.  Las lágrimas son para el sembrador, la alegría para el segador. Por lo tanto,cuando cambie tu estación, ¡siega tus campos con alegría! Has pagado el precio; ahora es tiempo de disfrutar de lo que Dios te prometió.        

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