lunes, 19 de mayo de 2014

"Por tu propio bien ¡perdona!"

                                                       Una señora escribió: Encontré a mi marido con otra mujer. Aunque me rogó que lo perdonara, yo q1uería vengarme, así que pedí el divorcio, a pesar de que mis hijos me rogaran que no lo hiciese. Dos años después, mi marido todavía seguía intentando recuperarme, pero yo no quería nada de él. Me había herido y quería vengarme. Por fin se rindió, se casó con una viuda joven con dos niños y rehizo su vida sin mi. Ahora son todos felices y yo una mujer desgraciada y solitaria que permitió que la amargura le arruinara su vida" Ahora bien, no hay duda de que la infidelidad está mal, pero si no hay perdón,¿que queda?.Hay un momento en que la ira deja de ser un sentimiento normal y se convierte en una fuerza controladora. Igual que con las drogas, cada vez necesitas dosis más grandes. Una vez que estas así, te distancias más y más del perdón, porque sin la ira y el resentimiento no te quedan energías.
                                                            Eso es el motor de los grupos xenófobos y extremistas. Sin la amargura, no tienen razón de existir. Si les quitas la intolerancia a los racistas, la venganza a los fanáticos y el machismo a los sexistas, ¿que les queda?.
                                                              "...Perdonaos unos a otros, si alguno tiene queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros" La amargura es mortífera, puesto que mata el alma. Entonces, ¿como puedes dejar de amargarte cuando te han herido?. Mírale a la cara a quien te haya herido y ve, en su lugar, la cara de Aquel que tuvo misericordia contigo cuando nadie más te habría dado otra oportunidad. Date cuenta de que antes de que acabe el día, la semana, el mes o el año, tú mismo también necesitarás que otra persona tenga misericordia de ti.    

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