lunes, 26 de mayo de 2014

¿Qué es lo que vas a dejar?

                                                       Es casi seguro que el apóstol Pablo no dejó dinero ni propiedades al morir, pero sí un legado extraordinario. Su herencia fueron sus escritos, las personas ganadas para Cristo, aquellos a quien formó y edificó y su influencia para siempre. Todos los días tu vida toca a otros de forma que ni te das cuenta. No es necesariamente conocer personalmente a alguien para beneficiarse de la bendición de tu influencia. Así como cuando entras en una habitación vacía  y hueles el perfume dejado por alguien, tu influencia puede continuar después de tu partida. Solemos asociar los legados con la muerte, así que tratamos de eludir el tema. O a lo mejor pensamos que como nuestra herencia no va a ser revelada hasta dentro de muchos años, no necesitamos ponerla en práctica ahora.
                                                         A veces sentimos que no tenernos ningún control de lo que vamos a dejar. Pero no es verdad: "La gente buena deja una herencia..." ¿Cual va a ser la tuya? O lo que es más importante, ¿Qué precio tienes que pagar? Puesto que los mejores regalos no son siempre los que se dejan en las herencias, ¿Por qué no intentas centrarte en dejar algo más profundo, algo que defina mejor la clase de persona que eres? Una cosa es medir el éxito por el dinero que tienes en el banco, y el tamaño de tu cartera de propiedades y tus valores bursátiles; otra diferente es medirlo por cosas intangibles como ser un cónyuge fiel, levantar una familia, edificar el reino de Dios y hacer que tu luz brille con fuerza después de tu muerte. Todas las herencias tienen un precio. Para no quedarte en la mediocridad, tienes que invertir a diario en las cuentas de los que te siguen.

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