miércoles, 2 de julio de 2014

El dedo de Dios

                                                           El dedo limpiador de Dios. Cierto día los fariseos llevaron a una mujer ante Jesús. Había sido "sorprendida en el mismo acto del adulterio" y esperaban que Él la condenara. Pero en su lugar, "...Jesús inclinado hacia el suelo, escribía en la tierra con el dedo" como si no les estuviera escuchando. ¡Éste es Jesús en su mejor momento! Se agachó para identificarse con la víctima en su vergüenza y no quiso oír las voces de los acusadores. Y luego los hizo dispersarse con una sola frase: " El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la primera piedra contra ella" ¡Ay, ay! A continuación, Aquél que vino para levantarnos y no para destruirnos, dijo a la mujer: "...Ni yo te condeno, vete y no peques más".
                                                           Para Él, toda mala hierba tiene el potencial de ser una rosa, todo incrédulo puede llegar a ser creyente y todo pecador es un santo en potencia. No escuches a las voces que te condenan. Deja de agobiarte por tus fallos. Ven hoy a Jesús; Él te limpiará, te restaurará y te dará la vida que siempre has anhelado. No tiene por qué vivir bajo el control del diablo.

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