martes, 3 de marzo de 2015

"...Se desató...una fuerte tormenta"

                                                        Mateo apunta: "Jesús entró en la barca y comenzó a cruzar el lago con sus discípulos...se desató una fuerte tormenta" En griego "una fuerte tormenta" se expresa con una sola palabra. El sismólogo estudia los terremotos y el sismógrafo es el aparato que los mide. De manera que la tormenta en la que se encontraban los discípulos debía de haberlos sacudido hasta la médula. De esto aprendemos algo importante. Montarte en la barca con Jesús no significa que nunca vayas a pasar por tempestades. Jesús dijo: "En este mundo tendréis aflicciones..." Aunque Dios haya prometido protegernos y prosperarnos, tendremos que enfrentarnos a cosas como la enfermedad, la escasez y el miedo. Los que no creen se enfrentan a todo eso sin Cristo, pero tu, como oyente, pasas por la tormenta con la convicción de que todo saldrá bien porque Jesús va en tu barco.
                                                         ¿Significa eso que ya nunca serás presa del pánico? ¡Ay si fuera tan fácil! Pero no es así. Viendo que las olas se enfurecían y que el Salvador dormía , los discípulos le reprocharon: ¿No te importa que nos ahoguemos? Por eso es tan devastador el miedo. Porque corroe la confianza que tienes puesta en la bondad de Dios, desata multitud de dudas y te nubla la memoria. Hasta ese momento los discípulos habían visto a Jesús . "sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo". El miedo genera una especie de amnesia espiritual que te impide acordarte de los milagros que Jesús ya ha hecho y de lo bueno que es Dios. Por eso tienes que dejar de alimentar
las dudas y nutrir tu fe con la Palabra de Dios, puesto que es la fe la que te guiará a través de la tormenta.    

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