Los genes pesan mucho. Pueden determinar el color de los ojos y del cabello del niño y las inclinaciones naturales que le hacen como su padre o su madre. Pero cuando este crece y constantemente toma malas decisiones quizás eso no sea genético; es posible que el enemigo lo haya elegido como blanco porque ha discernido su destino. Ahí es cuando Dios interviene. La madre de Moisés lo colocó en una cesta y lo escondió en el rio Nilo. Pero Dios dispuso que la hija del faraón lo encontrara, lo llevara al palacio y lo educara para ser dirigente de Egipto. Como padre, cuando haces tu parte Dios hará la suya. Cuando haces todo lo que está en tus manos por tu hijo Dios intervendrá y hará lo que tú no puedes.
Escribe Pablo: "Sabemos....que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien , es es , a los que conforme a su propósito son llamados". Dios tiene un propósito para ese hijo problemático, así que sigue amándolo y orando por él todo el tiempo que sea necesario. La Biblia dice: "Jefté....era esforzado y valeroso. Era hijo de una ramera....". A lo mejor tu hijo no nació en circunstancias ideales, pero eso no va a impedir que Dios lo bendiga. Por el contrario, Él usará toda circunstancia en su pasado para impulsar su futuro con sabiduría, y también lo fortalecerá para cumplir aquello para lo que ha sido llamado. Por lo tanto, no te des por vencido con tu hijo de la promesa. Ora 'Señor, lo has prometido, lo creo y sucederá'.
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