viernes, 28 de septiembre de 2012

Anhelando el cielo (2)

                                        En los siglos XVI y XVII floreció un tipo de arte que consistía en cuadros de objetos diarios de belleza; un jarrón con flores, una mandolina, un aparador con fruta. Pero en alguna parte del cuadro, medio escondido, figuraban siempre dos recordatorios de la brevedad de la existencia humana; una calavera y un reloj de arena. Se les llamó a estas pinturas Vanitas. Esta palabra proviene del pasaje
de Eclesiastés, escrito por Salomón que dice: "...Vanidad de vanidades, todo es vanidad...Generación va y generación viene..." No se introdujeron los símbolos de la calavera y el reloj de arena para fomentar lo macabro; era sencillamente un recordatorio de que toda posesión y todo logro que tenemos, son temporales y por ende,no dignos de nuestra devoción. Estos signos pretendían prepararnos para el momento en que tendremos que encontrarnos con Dios; allí se sopesarán el significado
y el valor de nuestras vidas y se nos dará nuestra recompensa eterna.
                                          Alguien escribió: "Puesto que  nuestra morada no es de este mundo, siendo nuestro paso por él tan efímero, debemos buscar en otra parte una ciudad en donde habitar, un lugar en otra patria en donde poner nuestra morada, donde Dios sea los muros y los cimientos, donde encontremos descanso, o de lo contrario, no descansaremos jamás.Al apóstol Pablo no le asustaba hablar de la muerte, sobre todo de la suya: "... Para mí el vivir es Cristo y el morir ganancia" ¡Que futuro tan maravilloso nos espera!
    

No hay comentarios:

Publicar un comentario