miércoles, 2 de diciembre de 2015

"...Tu rostro buscaaré señor..."

                                                             Nos podemos hacer una idea muy clara de lo que sucede en la oración al ver la interacción entre un niño pequeño y su padre. Imáginate a un niño de un año que se te queda mirando fijamente. Te cautiva, primero te mira con timidez, ladea la cabeza y te mira con el rabillo del ojo . Luego tu haces lo mismo. Resulta divertido. . Se gira y te m ira de forma directa. Le inistas en el gesto. De repente se produce un ruido detrás de él y se asusta . Copias la misma cara de sobresalto. Se asusta tanto que hace pucheros, así que cambias la expresión por una sonrisa . Él hace lo mismo y pronto balbuceará de alegría . Cuando un niño intercambia miradas así y alguien le hace saber que entiende cómo se siente, su cerebro y su sistema nervioso se conectan de forma especial dentro de su cuerpo y experimenta lo que se llama "integración neural". Con el juego de hacer muecas, le estás transmitiendo paz al pequeño. Lo sana. Se deleita con tu presencia.
                                                                La oración funciona del mismo modo. En el Antiguo Testamento, Dios instruyó a Moisés que diera a los israelitas la siguiente bendición: " El Señor te bendiga y te guarde. El Señor haga resplandecer su rostro sobre ti y tenga de ti misericordia, el Señor alze sobre ti Su rostro y ponga en ti paz" .Cuando hablamos de oración, hablamos de "buscar el rostro de Dios" Eso significa que unas veces orar consiste en hablar y otras veces en escuchar. Pero hay un tercer ingrediente; la seguridad que nos da el sentir la sonrisa de amor y de aprobación de Dios.             

No hay comentarios:

Publicar un comentario