viernes, 28 de agosto de 2020

Hacer aflorar lo mejor de los demás (4)

                                                  Tus palabras y tus actitudes tienen gran efecto en los que te rodean. Un ejemplo de ello lo vemos en la mujer sorprendida en adulterio. Observemos como la trataron los fariseos: En la Ley nos mandó Moisés apedrear a tales mujeres..." . La actitud de Jesús fue totalmente diferente. Mirándola con compasión le dijo: "...Tampoco yo te condeno. Ahora, vete, y no  vuelvas a pecar" .Con la cabeza alta, redimida, llena de coraje; nos atrevemos a creer que esta mujer pasó el resto de su vida tratando de hacer justicia a la imagen que Jesús tenía de ella. El mandato de "animaros los unos a los otros" y "edificaros los unos a los otros" está presente en todo el Nuevo Testamento.
                                                   Todos necesitamos  que nos aprecien y nos afirmen. Entonces, ¿por qué a veces nos guardamos los elogios  que deberíamos ofrecer o no bríndamos la ayuda necesaria para facilitar el éxito de alguien?. A menudo no lo hacemos porque sencillamente somos perezosos, o egoístas, o nos hemos acostumbrado a no darles demasiado importancia a las personas. A veces es mas fácil buscar las faltas. O subestimamos el efecto que nuestras palabras y actitudes pueden tener en los demás; o damos por hecho de que los  sin que se lo expresemos. ¿Tenemos miedo, acaso, de que nuestros elogios puedan ser una piedra de tropiezo que les haga enorgullecerse? A Jesús eso no le cohibió cuando alabó a Natanael con las palabras "...¡Aquí está un verdadero israelita en quien no hay engaño!" ¿Qué elogio tan impresionante"
La realidad es que mucha mas gente muere de un corazón roto que de un corazón envanecido. Pídel a Diosd hoy que te dé la oportunidad de elogiar genuinamente a alguno de los que te rodean. Pídele que te use para caminar a su lado y animarle a que siga fiel hacia su destino.

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