viernes, 12 de enero de 2024

Manejar los fracasos (2)

                      ¿Cuál es la raíz de nuestros fracasos? El fracaso  no resiste en la fuerza del enemigo, ni en nuestras propias debilidades, ni en la reticencia de Dios a ayudarnos a vencer. Israel fue derrotado en una pequeña ciudad después de haber conquistado la imponente Jericó. Su fracaso como el nuestro fue la consecuencia de un pecado no confesado. Pero una vez que su pecado fue sacado a la luz y tratado el asunto, Dios animó al pueblo: "No tengas miedo...toma a todo tu ejército...te daré la victoria sobre el rey Hai y su gente . Su ciudad y sus territorios serán tuyos". Si no reconoces el pecado, éste te dejará derrotado, pero si lo confiesas, te traerá el perdón y la restauración que te conduzcan a la victoria.

                       Una escritora cuenta que después de mudarse de casa, se percató de que en el sótano había un barril de sidra que parecía limpio, sellado a ambos lados. Se debatió entre abrirlo y ver que había dentro o dejarlo como estaba, y optó por lo segundo. Cada primavera y otoño al hacer la limpieza general se acordaba del barril pero no se atrevía a abrirlo. sin motivo aparente, muchas polillas empezaron a llenar la casa. Usó todos los remedios que conocía para deshacerse de ellas, pero sin éxito. Por fin se acordó del barril, lo abrió y "salieron miles de polillas de golpe!. La enseñanza es muy clara: todo a lo que nos apegamos que sea contrario a la Palabra de Dios hará que caigamos ante nuestros enemigos. Ten siempre presente la oración de David: "Examíname, Dios y conoce mi corazón ...Ve si hay en mí camino de perversidad...". Confiesa inmediatamente lo que Dios te muestre y recibe por fe Su perdón y Su limpieza. Así serás capaz de mantenerte en pie y victorioso delante de tus enemigos .             

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