martes, 23 de enero de 2024

Tu ángulo muerto (4)

                         Jesús dijo que cuando viniera el Espíritu Santo nos convencería del pecado. Pero la convicción no equivale a  "ser pillado". Cuando nos "pillan" haciendo algo malo, nos duele, aunque eso no es necesariamente la convicción de pecado; muchas veces no es mas que la vergüenza de que pensarán los demás. Si supiéramos que nadie se va a enterar, no nos dolería. La convicción tampoco es lo mismo que el miedo al castigo; es darse cuenta de lo que eres capaz. '¿ Cómo me he convertido en alguien capaz de mentir, de adjudicarme los méritos de algo que yo no hice, de actuar como un cobarde o de utilizar a la gente para mis propios fines?'. Éstas son preguntas que no te harías normalmente.

                          La Biblia dice: " Y esta es la condenación: la luz vino al mundo, pero los hombres amaron más las tinieblas que la luz..." Cuando Dios estás operando en tu vida, no te duele lo que sepa la gente ni te preocupan las consecuencias ; ésas son cosas externas. El dolor de convicción es interno y tiene que ver con tu ser interior. Si no se limpia el parabrisas, se corre el riesgo de acabar en la cuneta, y como no se le puede limpiar, mientras se conduce, entonces para eso hicieron los limpiaparabrisas. Del mismo modo, el Espíritu Santo se encarga de revelarte el pecado, ayudarte a arrepentirte y limpiarte para que puedas ir adonde Dios quiere llevarte. Necesitas orar así a diario: "Señor envíame la luz necesaria para mantenerme en pie . Quita la suciedad de mi parabrisas para que vea más claro. Límpiame'.

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