lunes, 24 de febrero de 2014

Tienes que perdonar

                                                        Al lavar los pies sucios de los discípulos, Jesús demostró su disposición para perdonar sus pecados antes de que los cometieran, lo que demanda un amor extraordinario. Si dices 'Yo no tengo la culpa' piensa que Jesús tampoco.De todos los hombres de aquella sala, solamente uno era digno de que le lavaran los pies; y ese fue quien se los lavo a los otros. Lo fabuloso del ejemplo de Cristo es que la responsabilidad de crear puentes recae en el fuerte, no en el débil.¿Y sabes lo que ocurre? En la mayoría de los casos, si el que tiene razón se ofrece voluntario para lavar los pies del que está equivocado, las dos partes acaban de rodillas. Puesto que todos pensamos que tenemos razón, lavémonos los pies los unos a los otros.( es una alegoría).
                                                           Entiende que las relaciones no prosperan cuando se castiga a los culpables, sino cuando los inocentes son misericordiosos. La misericordia de Jesús precedo¡ió a los errores de sus discípulos, y la nuestra también tiene que preceder a los errores de los demás. Los que eran cercanos a Cristo no dudaron del amor que Él los tenía; las personas cercanas a nosotros tampoco deben de dudar de nuestro amor. Puesto que Cristo nos perdonó, podemos perdonar a los demás. Puesto que Él tuvo un corazón perdonador, nosotros también podemos tenerlo. Cuando Cristo vive de verdad en nosotros, no tenemos una alternativa mejor. Hay un poder extraordinario en las palabras: 'Te perdono; te quiero; olvidemos esto'. ¿Habrá alguien sentado a tu mesa hoy que necesite estar seguro de tu perdón?

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