viernes, 26 de enero de 2018

En busca del tesoro

                                                    Mel Fisher era un cazador de tesoros que buscaba oro y lo encontró.En 1985 después de 16 años de búsqueda, descubrió el buque naufragado Nuestra Señora de Atocha a unos 18 metros de profundidad cerca de Key West, en la Florida. Sus buzos rescataron de ese barco hundido un tesoro que valía millones de dólares, pero no fue fácil. Trabajaron arduamente durante mucho tiempo con detectores de metales, descendiendo a la profundidad del mar  para investigar todo metal que detectaban. Los sueños y el trabajo de Fisher  a la larga dieron su recompensa cuando él hizo su gran hallazgo.
                                                     La Biblia describe otra clase de tesoro y dice que es más precioso que el oro, la plata o los rubíes. Es la sabiduría que es más que el conocimiento. Es la capacidad de aplicar ese conocimiento a la vida diaria. Salomón quien pidió a Dios que le diera un corazón sabio y entendido, nos dice que busque os sabiduría con la misma persistencia e intensidad con que buscaríamos tesoros escondidos. Debemos clamar para pedir discernimiento y entendimiento,inclinar nuestros oídos a la sabiduría , y recibir las palabras de Dios y atesorarlas en nuestro corazón.
                                                     ¿Valoramos la sabiduría? ¿La buscamos tan diligentemente como si fuera oro? Si es así seremos recompensados con el mayor tesoro de la vida: el conocimiento de Dios.    

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