Todos los días miles de personas viajan de Hong Kong a Shenzhem, China.y se dirigen a Lo Wu, un centro comercial gigante que vende imitaciones de artículos de lujo. En un artículo publicado por un periódico dice: "Con cinco pisos y 46.450 metros cuadrados de espacio para vender al detalle. Lo Wu podría ser la capital del mundo de artículos falsificados".
La gente paga con gusto 58 dólares por un reloj Rolex falso. Compran imitaciones de zapatos Gucci, de ropa Fendi, y de billeteras Chanel por una fracción de los precios que se cobran por los verdaderos. A menudo se forman refriegas porque los compradores pelean por los artículos más populares.
¡Cuánto dice eso de la tendencia del hombre a valorar la experiencia externa más que la realidad! Pagamos mucho dinero para tener la etiqueta y la "apariencia" correctas, aún si la mercancía no es auténtica.
Esta tendencia se puede ver en asuntos espirituales. Jesús condenó a los fariseos por su hipocresía. Ellos hacían buenas obras, oraban y ayunaban, para crear la apariencia de personas dedicadas a Dios. Parecían genuinos, pero sus corazones estaban lejos de Él.
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