Como hijo de maestro, padre de una maestra y antiguo maestro yo también, siempre he entendido muy bien que aprender es una experiencia gratificante. Soy un "maniático de la información" que siempre está dispuesto a enterarse de alguna nueva estadística o a desenterrar algún dato emocionante.
Pero sé de mucha gente que no piensa así. No les gusta leer nada más que lo que tienen que leer por absoluta obligación, y no le interesan los desafíos mentales. No parecen tener ningún deseo de aprender nada más de la vida.
Si hemos de crecer espiritualmente debemos querer aprender. Debemos tener hambre de un mayor conocimiento de Dios y de una compresión más profunda de lo que Él desea para nosotros.
Para conocer mejor a Dios necesitamos una actitud que diga: "Enséñame" Vamos a pasar la eternidad adorándolo. ¿No deberíamos aprender todo lo que podamos acerca de Él ahora.
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