La amabilidad se está volviendo cada día menos habitual. Y eso no es bueno, porque la Biblia dice: "...amigables...sabiendo que fuisteis llamados a heredar bendición...".
Algunas veces no sabemos como agradar a Dios. Los predicadores lo han complicado bastante; con una serie de actos interminables, profundamente dolorosos, destinados a apaciguar a un Dios que se deleita en retorcernos. El profeta Miqueas lo simplifica de esta forma: ¿...Y qué pode el Señor de ti...Amar misericordia..." ¿Puede ser más claro? Aquí tienes diez amabilidades, no tan habituales que puedes practicar a diario y enseñárselas a tus hijos. Después de todo, si ellos no lo aprenden de ti, ¿De quien lo van a aprender?.
(1) Sal de tu mundo y habla con la gente; "Los dichos suaves son medicina". (2) Intenta acordarte de sus nombres, demostrando que les aprecias. (3) Sonríe, esto beneficia tu imagen. (4) Sé amigable y servicial, si lo haces también la gente será así contigo. (5) Muestra un interés genuino. Si lo intentas, vas a ver que puedes encontrar algo bueno en casi todo el mundo. (6) Sé generoso con tus halagos y prudente con tus críticas. (7) Sé lento para juzgar. Toda circunstancia tiene tres caras, tu punto de vista, su punto de vista y lo que verdaderamente es. (8) En vez de "usar" a otros, sírveles. "...Servíos por amor los unos a los otros...". (9) Empieza a confiar en la gente y de esta forma construirás relaciones que serán duraderas. (10) Sé humilde, alguien dijo: "Cuando un santo es consciente de que lo es, es que algo va mal.
La amabilidad produce dos cosas: (a) habla bien de tus padres. Jesús dijo: " Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos". (b) Determina el nivel de tus bendiciones: "...Sed, amigables sabiendo qie fuisteis llamados para que heredaseis bendiciones".
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