miércoles, 24 de octubre de 2018

Saldrás sano y salvo de la tormenta

                                                   ¿Te encuentras en medio de una tormenta hoy? Entonces lee estas palabras: "Al llegar la noche, la barca estaba en medio del mar, y Él solo en tierra. Viéndolos remar con gran esfuerzo, porque el viento les era contrario, cerca de la cuarta vigilia de la noche vino a ellos andando sobre el mar, y quería adelantárseles. Viéndolo ellos andar sobre el mar, pensaron que era un fantasma y gritaron...Pero en seguida habló con ellos, y les dijo: ¡Tened ánimo! Soy yo, no temáis. Subió a la barca con ellos, y se calmó el viento...". De este pasaje se desprenden cuatro enseñanzas:
                                                       1) Es en los momentos en que nos sentimos más separados de Dios cuando Él más nos enseña. Alguien dijo: 'En retrospectiva, me doy cuenta de que el desierto es parte del paisaje de la fe y tan necesario como la cima de la montaña. En la cima nos sentimos rebosantes de la presencia de Dios. En el desierto nos sentimos abrumados por su ausencia. Las dos cosas deberían llevarnos a ponernos de rodillas; una en total adoración, la otra en total dependencia'.
                                                       2) Dios no se manifiesta antes de tiempo. Por lo general aparece cuando la tormenta más arrecia, cuando piensas que ya no puedes aguantar más - pero siempre llega a tiempo.
                                                        3)Dios nos hace pasar por distintas tormentas y nos revela en cada una de ellas algo más de Sí mismo. Si no fuera por eso, habría aspectos de su carácter y de sus estrategias divinas que nunca entenderíamos.
                                                         4) La sola presencia de Dios debería bastarnos en cualquier tormenta. En el momento que se presenta y dice: "Soy yo", nuestros temores tendrían que disiparse.        

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