Muchos somos como cierta mujer en una reunión de oración que dijo: 'Yo amo a todo el mundo. El problema era que tenía los ojos cerrados. La discriminación nos hace aceptar sin cuestionarnos las opiniones y los prejuicios que fuimos oyendo mientras crecíamos y las declaraciones de personas con miras estrechas. Muy pocas veces nos paramos a pensar y nos cuestionamos ' '¿Es verdad eso?' O lo que es mas importante '¿Es una actitud que habría tenido Cristo?' La discriminación relega a las personas a ciudadanos de segunda categoría a causa del color de su piel, su género, posición económica, denominación religiosa o de las circunstancias de su nacimiento. A veces nuestros prejuicios están tan enraizados que no podemos captarlos y reaccionamos con ira cuando alguien nos confronta. Pero Dios no nos va a dejar escapar con eso.
El apóstol Pablo confrontó a Pedro, futuro cabeza de la iglesia, acerca del pecado de discriminación "Antes que llegaran algunos de parte de Jacobo, Pedro solía comer con los gentiles. Pero cuando aquellos llegaron , comenzó a retraerse y a separarse de los gentiles por temor a los partidarios de la circuncisión" Pablo no se lo pasó por alto por el hecho de que Pedro tenía otras muchas cualidades positivas. No, su comportamiento estaba hiriendo a otros y daba mala reputación a la iglesia. El versículo más citado de la Biblia es: "De tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su hijo unigénito, para que todo aquel que en Él cree no se pierda, sino que tenga vida eterna". Fijémonos en las palabras "todo aquel". Eso significa que todos somos iguales al pie de la Cruz; ahí Dios no hace distinciones . Pero antes de señala el prejuicio en la vida de los demás, tienes que tratarlo en la tuya. Por lo tanto identifica y reconoce tus prejuicios ocultos y cámbialos.
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