Allí donde vayas, te llevas tu mentalidad contigo. Después de cuatrocientos años como cautivos en Egipto, los israelitas tenían una mentalidad de esclavos. Puesto que habían sido dominados durante tanto tiempo, no habían aprendido a tomar decisiones. Y funcionaban mucho mejor cuando otros les decían lo que tenían que hacer. Al aproximarse a la Tierra Prometida su dirigente envió a doce espías a reconocerla y diez de ellos volvieron diciendo: "¡ Hasta vimos (gigantes)! Comparados con ellos parecíamos langostas". Pero dos de los espías, José Josué y Caleb, sabían que Dios estaba con Israel así que su informe fue: "Subamos a conquistar esa tierra. Estoy seguro de que podemos hacerlo".
Josué y Caleb habían desarrollado la capacidad de ver las cosas desde las gran perspectiva de Dios, y radicaba la diferencia entre el éxito y el fracaso de su empresa; ese mismo secreto cambiará tu mundo. Aprenderás a "levantar alas como las águilas" y a ver cada situación "desde arriba" a través de los ojos de Dios. Dejarás de mirar la imagen de derrota del enemigo y te centrarás en el panorama de éxito de Dios. Ese es tu pasaje a la Tierra Prometida. No es cuestión de fuerza de voluntad, ni tampoco se trata de una psicología barata. Es aferrarse a la palabra de Dios declarando: "Soy quien Dios dice que soy.... Tengo lo que Dios dice que tengo.... y puedo hacer lo que Dios dice que puedo hacer".
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