viernes, 2 de febrero de 2018

"El amor...todo lo espera..."

                                                     Los últimos novios que "vivieron felices y comieron perdices" deben de haber sido Blacanieves y su Príncipe" Alguien escribió: "Aunque estés realmente comprometido con tu cónyuge, habrá momentos de tensión, lágrimas, miedos, peleas, desacuerdos e impaciencia, pero la buena noticia es: con Cristo viviendo en ti y la Biblia como tu consejera, ningún conflicto quedará sin tener solución"
Los matrimonios enfrentan desafíos únicos que a veces implican revisar lo que no funciona para poder descubrir lo que sí que funciona. Aquí tienes tres consejos para la construcción de un buen matrimonio:
                                                      (1) Nunca recurras a las amenazas. La palabra "divorcio" puede surgir inesperadamente; no la uses. De hecho, ¡ni la pienses! La amenazas solo consiguen que tu pareja se sienta insegura y se ponga a la defensiva. Como resultado, no te puede prestar atención y, al final, no se resuelve nada. Jesús dijo: "...de toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta...". Así que antes de que "te vayas de la lengua", considera las consecuencias. Tomate un tiempo para calmarte y pensar con cordura.
                                                       (2) Abandona la carga de contactos anteriores. Pablo dijo: "El amor ...todo lo cree, todo lo espera" No está bien "poner a prueba" a tu esposo/a una y otra vez; deja los "muertos enterrados". No asumas que los problemas que tenías en otras relaciones van a repetirse, porque no lo harán si eres comunicativo y estás madurando;
                                                        (3) Usa tus palabras de manera suave y dulce, porque quizás tengas que "comértelas". Cada vez que pienses algo agradable de tu cónyuge díselo. Y si es recíproco acéptalo con agrado. Recuerda las palabras mordaces ocasionan heridas que ni el mejor médico del mundo puede curar, pero la "...respuesta suave aplaca la ira.."    

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