Una vez había un anciano muy sabio. Todos los días solía estar sentado con su nieta en una mecedora en la puerta de una gasolinera, dispuesto a saludar a los turistas que pasaban por su pequeña ciudad. Un día, un hombre alto, que parecía ser un turista, empezó a informarse sobre la zona como si estuviese buscando un lugar para vivir. "¿Qué tipo de ciudad es esta?" preguntó. El viejo le respondió: "¿Bueno, de qué tipo de ciudad viene usted?". El turista le dijo:"De una donde todo el mundo se critica mucho. Es un lugar negativo para vivir". El hombre viejo le contestó:"¿Sabe usted una cosa?" Así es esta también".
Poco después, una familia paró a repostar. El padre se bajó del coche y le preguntó al anciano: "¿Es este un buen sitio para vivir?". "¿Qué me dice del sitio de donde es usted?". El padre de familia le contestó: "En mi ciudad, todos son muy amables y siempre están dispuestos a ayudar. No me gustaría marcharme de allí". El viejo sonrió y le dijo: "¿Sabe usted una cosa? Entonces es parecida a esta pequeña ciudad". Después que la familia se había ido, la nieta le miró y le dijo: "Abuelito, ¿porque dijiste al primer hombre que llegó que este era un lugar horrible para vivir y sin embargo, cuando apareció aquella familia, dijiste que era un sitio maravilloso?". El anciano miró fijamente a los ojos azules e interrogantes de su nieta y le dijo: "No importa donde vayas, te llevas contigo tu actitud. Y eso es lo que hace terrible o maravilloso el lugar en donde vives". Pues sí, ¡La vida es lo que haces de ella!.
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