miércoles, 8 de noviembre de 2017

No te juzgues con dureza

                                                    Cuando pecas, el Espíritu de Dios te convence de la necesidad de arrepentirte y cambiar. Pero hasta que no tengas un cuerpo glorificado en el cielo siempre estarás lidiando con el pecado. Escribió el apóstol Santiago: "Todos fallamos mucho ... " Sin embargo al caer no te hace un fracasado, sino al quedarte caído. Levántate, sacúdete el polvo, recibe la gracia de Dios, aprende de la experiencia y sigue adelante. La Biblia dice: "Ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús". Dios no te condena, así que no te condenes tú. Hace unas décadas mucha gente llevaba un prendedor con las palabras GNFWMY, que era el anagrama (en inglés) de "Dios no ha acabado todavía conmigo". En efecto, Él no ha acabado contigo tampoco. 
                                                     A veces somos culpables de hacer algo malo por buenos motivos. Por ejemplo en 1957 Ford Motors describió su nuevo modelo de coche EDSEL como "el vehículo de la década" Pero diles eso a los conductores de EDSEL cuyas puertas no cerraban, cuyo claxon se quedaba estancado y cuya transmisión fallaba. Recordemos también la Torre de Pisa en Italia donde el arquitecto la proyectó con unos cimientos de poco más de tres metros de profundidad para un edificio de 57 metros de altura. No te gustaría tener eso en tu historial, ¿verdad? La realidad es que hasta las personas más competentes cometen errores a menudo. Escribió Salomón: " ... No hay en la tierra hombre tan justo, que haga el bien y nunca peque". Y Pablo añadió: "No quiero decir que ya lo haya conseguido todo, ni que ya sea perfecto; pero sigo adelante con la esperanza de alcanzarlo, puesto que Cristo Jesús me alcanzó primero". Por eso no te juzgues con dureza.   

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