Consideremos tres normas fundamentales para vivir. Primera: aprende a controlar el ambiente en el que te mueves. El negativismo es contagioso, así que fijate bien en quienes son sus "portadores". Anímalos, anímalos, pero no dejes que te infecten. Pasa todo lo que dicen por el tamiz de la Palabra de Dios. "No nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder (unas capacidades y una actitud positiva), de amor (que siempre busca lo mejor) y de dominio propio (que es estable y consecuente). Segunda: Aprende a no tomarte muy en serio. A una mujer le regalaron una planta preciosa; la llevó a casa, la colocó en un lugar soleado y con frecuencia la regaba y le ponía fertilizantes. Un año más tarde descubrió que la planta era de seda--¡y todavía se parte de risa cuando se acuerda! Cuando te sientes seguro en el amor y la aprobación de Dios, puedes reirte de tí mismo; de hecho, es una señal de madurez espiritual. Tercero, ten en cuenta a Dios. ¿No has oído hablar de la regla 90/10? Cuando el 90 por ciento de las circunstancias son incontrolables, céntrate en el 10 por ciento donde puedes hacer algo.
Así hizo Pablo: "...Nos vimos acosados por todas partes; conflictos por fuera, temores por dentro. Pero Dios..." Fijémonos en las palabras "Pero Dios..." Cuando te enfrentas a una montaña, recuerda lo siguiente: Dios puede moverla, aplanarla, hacer un túnel que la atraviese, o te puede ayudar a escalarla. Lo único que tienes que hacer es contar con Él, buscando su rostro y consultando su Palabra. "La palabra de Cristo habite en abundancia en vosotros...con toda sabiduría..." Si guardas un buen depósito de Escrituras, podrás extraer de él las que necesites a diario.
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