Se cuenta que en una granja un ratón miró por la rendija de una pared y quedó todo angustiado al descubrir una ratonera. Entonces se fue a pedir ayuda a otros animales de la granja. La gallina dijo: 'Lo siento amigo, pero no es mi problema'. El cerdo gruñó: 'Ya oraré por tí'. La vaca estaba muy ocupada rumiando y dijo 'vuelve más tarde'. Desalentado el pobre ratón se quedó sólo para solucionar el problema. Es misma noche, una culebra venenosa quedó atrapada en la ratonera y cuando la mujer del granjero fué a investigar, la culebra la mordió. A la mujer le dio una fiebre altísima, y es bien sabido que el mejor remedio para la fiebre es la sopa de gallina. Así que el granjero tomó su hacha¡ y se fué a buscar el ingrediente principal de la sopa!. El estado de salud de su esposa se deterioró y vinieron los vecinos a verla; entonces el granjero tuvo que matar al cerdo para darles de comer. Pero la mujer murió, y acudió tanta gente al entierro que hubo que matar la vaca para dar de comer a todos. Al final, ¡todos perdieron!.
La Biblia dice: "...Que alentéis a los de poco ánimo, que sostengáis a los débiles, que seáis pacientes para con todos". Lo único que se necesita para alentar a los demás es estar dispuesto a "...soportar las flaquezas de los débiles y no agradarnos a nosotros mismos". Antes de dar por hecho que el problema de alguien no tiene nada que ver contigo, lee lo siguiente: "...Si un miembro padece, todos los miembros se duelen con él..." No puedes quedarte al margen mientras alguien sufre, ¡el día de mañana te podría tocar a tí! Se nos dice en la Palabra que "sobrellevemos los unos las cargas de los otros..." Si uno de nosotros está amenazado, todos corremos peligro. Nuestras vidas están entretejidas con un propósito; cada uno de nosotros es un hilo imprescindible de estre tapiz que es la vida de los humanos.
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