lunes, 18 de mayo de 2020

Andar sobre aguas (3)

                                                Pedro descubrió algo que todos aprendemos en nuestro caminar con Dios: te puedes hundir alguna vez, pero eso no significa que estés hundido. Por dos razones: Fracasar, no hace de tí un fracasado, aunque rendirte si. Los errores son parte del aprendizaje. Antes de que Sir Edmund Hillary lograra alcanzar la cumbre del Everest, hizo varias intentonas. Tras uno de esos intentos fallidos, se dice que desde la base del monte miró hacia arriba con el puño levantado y desafiante gritó: '¡Un día te conquistaré. Ru siempre vas a ser de alto como ahora, pero yo sigo creciendo!' De cada intento aprendió algo hasta que un día lo consiguió. Winston Churchill dijo: "Nunca he fracasado en nada en la vida. Los fallos no eran más que oportunidades de mejorar hasta que me saliera bien,' ¡Ése es el espíritu de los vencedores!'.
                                                   Segundo, los verdaderos fracasados fueron los que se quedaron en la barca. Su fallo fué algo privado, por lo que nadie lo percibió, ni fueron criticados. Aunque Pedro metió la pata hasta el fondo en público, también experimentó la enorme alegría de andar sobre el agua. Sólo él supo lo que era estar lleno del poder de Dios para hacer lo que nunca él habría podido hacer solo. Una vez que has caminado sobre el agua, ya no eres el mismo, y semejante experiencia le acompañaría a Pedro hasta la tumba. También sintió el gozo de ser rescatado por Jesús en una situación desesperada. Pedro sabía, porque lo había vivido en carne propia--no como los otros-- que si se hundía, Jesús estaría ahí para salvarlo.
Compartió con Él una experiencia, una conexión y una confianza que ninguno de los apóstoles llegó a disfrutar, puesto que nunca dejaron el  barco. No fracasas si te hundes alguna vez, sino si oermites que tus miedos te detengan.

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