Alguien dijo: "Había leído este pasaje cientos de veces, pero nunca me había fijado en ese detalle. Tal vez se me había escapado con la emoción de la resurrección...la sorpresa de las mujeres cuando llegan y ven corrida la piedra de la tumba...esa hermosa frase del ángel: "No está aquí, ha resucitado". Pero un poquito más adelante se encuentra esta joya: "...Regresad a casa, y decidles a los discípulos, y también a Pedro, que Jesús va delante de ellos a Galilea...". Los cielos habían sido testigos de la caída de Pedro, y querían ayudarle a levantarse: "Decidle a Pedro que no se ha quedado fuera de juego...que un error no le convierte en un fracasado". En el mundo de hoy no hay muchas segundas oportunidades...y si no, pregúntaselo al niño que no fue escogido para el equipo de fútbol..., o el hombre que le dieron la carta de despido...a la madre con tres niños a la que el marido dejó por otra jovencita más atractiva....En la cultura de nuestros días, lo que reina es "Aquí no toleramos la incompetencia " o "Muy pocos llegan arriba" o "Tuviste tu oportunidad y no la aprovechaste" o "Sálvese quien pueda". Jesús tiene una respuesta sencilla: "Decidle a Pedro que puede volver a intentarlo".
No todos los días te dan una segunda oportunidad. Pedro lo sabía, así que la siguiente vez que vió a Jesús se emocionó tanto que se tiró al Mar de Galilea. Y eso bastó para que ese galileo tosco se dispusiera a llevar el evangelio de las segundas oportunidades hasta Roma, donde lo mataron. Si te has preguntado alguna vez qué le llevó a un hombre como Pedro a estar dispuesto a ser crucificado, con la cabeza para abajo, tal vez ahora lo entiendas. Raramente conoces a alguien que te dé una segunda oportunidad--y mucho menos a alguien que te la dé todos los días . En Jesús, Pedro encontró a esa persona. ¡Y tú también podrás encontrarla! .
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