jueves, 21 de mayo de 2020

"Practicar" la hospitalidad

                                               Se cuenta de una familia que invitó al pastor a cenar y la madre pidió a la hija de cinco años que diera gracias por los alimentos. Desconcertada, la niña preguntó: '¿Qué tengo que decir?'
La mamá respondió: 'Pues dí lo que me has oído decir a mí'. Inclinando la cabeza, la niña oró: "Señor, ¿pero por qué se me ocurrió invitar a cenar a este pastor?'No nos engañemos, la hospitalidad no es fácil y demanda sacrificio. A pesar de ello, deberíamos ejercerla sin quejarnos, cordial y generosamente, como representando a Dios ¿A quién estás representando? ¡A Dios! Eso le da una nueva perspectiva al asunto, ¿verdad? Escribe Pablo: "Compartid las necesidades de los santos y practicad la hospitalidad" Y Pedro: "Reciban en sus casas a los demás, y no hablen mal de ellos sino háganles sentirse bienvenidos". ¿Has invitado recientemente a algún desconocido, extranjero o pobre a cenar?.
                                                 Un hombre llevó a cabo un sondeo y escribió en una revista de tirada nacional: "De las casi doscientas iglesias que visité, sólo en una alguien me dirigió la palabra, aparte de las personas encargadas de dar la bienvenida "oficialmente", ¡y fué para informarme que me había sentado en su sitio! Es fácil ser hospitalario con aquellos que conocemos, pero Jesús dijo: "Si amáis a los que os aman...¿No hacen también lo mismo los publicanos?. ¿Qué pasa con los desconocidos? ¿Los que no encajan en  nuestro círculo social? Seguro que puedes encontrar  multitud de excusas; estás muy ocupado, no quieres involucrarte en sus vidas, te sientes incómodo con gente extraña, etc. Pero Dios dice que lo estás representando a Él, y eso significa sacrificar tus propios intereses, dar de tu dinero y de tu tiempo, arriesgarte a recibir a personas que no conoces bien o que inclusao no te agradan y ver a los demás con los ojos de Dios. ¡Eso es practicar la hospitalidad!.  

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