martes, 12 de mayo de 2020

Cicatrices

                                              En el Libro La Odisea cuando Ulises vuelve a casa disfrazado de anciano, su familia no lo reconoce. Pero su antigua niñera se fija en la cicatriz de una herida de la infancia. Hasta ese momento, ella tampoco lo había reconocido. Cuando Tomás oyó que Jesús estaba vivo, dijo: "Si no...meto mi dedo en el lugar de los clavos... no creeré". Las cicatrices de Jesús eran pruebas fehacientes de que había sido crucificado y había resucitado. Cuando Tomás las vió, exclamó: "...¡Señor mío,y Dios mío!". Es el primer versócilo donde se registra un discípulo llamándole Dios a Jesús, y fue unaq declaración en respuesta a las cicatrices.
                                              Todos tenemos alguna cicatriz, Alguien comenta: "Tengo un amigo que pasó gran parte de su vida en un orfanato. Su madre lo llevó allí cuando era muy pequeño, le dejó debajo de un gran cedro y le dijo que volvería a buscarlo por la tarde. Pero nunca volvió. Ahora, es un hombre maduro. Un día habíamos quedado para comer y me retrasé. Cuando llegué lo encontré muy agitado, caminando de arriba para abajo nerviosamente, sudando, visiblemente angustiado...Luego me dijo: 'No puedo evitarlo. Si un amigo llega tarde, me descompongo, porque mi madre me dejó esperando...y nunca volvió.' Era un hombre hecho y derecho...pero todavía llevaba las cicatrices...Tú también las tienes; unas invisibles, otras más visibles, y algunas incluso más evidentes con la edad. El Cristo resucitado también tiene cicatrices, las cuales son la marca de su amor por tí. Si no lo conoces, o no estás seguro de si crees, Él te las enseñará, como a Tomás, "...para que (creas)...y para que, creyendo (tengas) vida en su nombre".   

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