miércoles, 29 de abril de 2020

Hazte amigo de Dios (3)

                                             La amistad con Dios se mantiene y fortalece con la meditación continua. No podemos ser amigos de Dios si no sabemos lo que dice. No podemos amarlo si no lo conocemos, y eso sólo es posible a través de la Biblia. "...Se revelaba a Samuel y le comunicaba su palabra". Es lógico que no vas a pasar el día estudiando la Palabra de Dios, pero sí puedes meditar en ella a lo largo del día, recordando versículos que has leído y "rumiándolos" en tu mente . La meditación no es un rito misterioso, es simplemente dirigir nuestros pensamientos--algo que todo el mundo puede aprender. Cuando le das vuelta en la cabeza a un problema, eso se llama preocupación. Cuando haces lo mismo con la Palabra de Dios, se llama meditación. Si sabes preocuparte, sabes meditar. Lo único que tienes que hacer, entonces, es cambiar el enfoque, del problema a la solución.
                                             Cuanto más medites en la Palabra de Dios, menos te preocuparás. Cuando más tiempo pases meditando en las Escrituras, mejor entenderás sus secretos. El salmista dijo: "El Señor brinda su amistad a quienes le honran, y les da a conocer su pacto" Después de que Jesús dijera a sus discípulos: "...Os he llamado amigos..." añadió: "...Yo os elegí a vosotros y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca; para que todo lo que pidáis al Padre en mi nombre, Él os lo dé". Entre los beneficios de la amistad con Dios se encuentran la vida abundante y la respuesta a las oraciones. Así pues si quieres llegar a ser amigo de Dios, lee la Palabra, digiérela y medita constantemente en ella.   

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